Si la niña se quedó sin consuelo, en dos días
pierde su rumbo, se esconde en el sueño.
Si la niña no tocaba la guitarra
solo jugaba con la lluvia, la vida, la astucia.
Si contemplamos el agua mientras diluimos las ansias
el proceso se vuelve paliativo
y nos comunicamos en trozos rotos,
la niña vuelve a la urbe, a refugiarse en el bullicio.
Recoge las pestañas escondidas en la almohada
rompe en silencio,
esconde su miedo.
La niña no toma decisiones sola,
juega con su cabello, muerde su dedo.
La niña quiere caminar,
pero el asfalto le quema los pies, le desvanece los sueños.
La niña no quiere que amanezca
o el humo negro, ensuciará de nuevo su cabello.
La niña ha pensado que en dos días,
podría comerse sus miedos
la niña no despierta en dos días,
en dos días se repite el mismo sueño.