¿Te preocupa que no te lleguen las notificaciones? ¿Has visto a algún amigo delatarse en su historial? ó ¿Eres del team que está en contra de las fiestas clandestinas en tiempos de pandemia?

Parece como si una ola de nuevas tendencias en las redes sociales nos acecha. Ya hemos hablado de la dinámica social en la publicación anterior, pero la conexión que existe entre dicha dinámica y el retroceso que vemos como seres al parecer que todo se aqueja en lo  “normal”.

Definir que es lo normal, siempre concluirá en una cuestión de percepciones y/o nociones que trascienden en el diario vivir. Pero sin generalizar tanto y caer en la noción de las fiestas, siguen formando parte de las restricciones actuales y por ende despiertan cierto morbo o curiosidad ver cómo, cuándo, quién o quienes organizarán la próxima. Pues al parecer no son tan organizadas como se espera o ¿los patrocinadores realmente quieren darse a conocer a través de ellas?

Probablemente los anfitriones vieron más de una vez Proyecto X…

Por otro lado, el uso del lenguaje y la combinación de lo visual, nos crea una postura o una definición de la postura que mantienen tus contactos en cualquier red social que utilices.

Determinando la alta demanda de su uso y reproducción de contenido. Hablar de doble moral o no en este contexto sería como querer cuestionar o catalogar el divisionismo que existe entre el equilibrio de lo bueno o malo, mientras las percepciones terminan en un relativismo interultural.

Pero más allá del cuestionamiento colectivo de dichas manifestaciones de interacción social, hacer una comparación de las distintas y famosas fiestas clandestinas en confinamiento pueda darnos un buen análisis en un estudio de caso del fenómeno y el porqué han sido tan recurrente.

Dentro de las fiestas más conocidas están:

Fiesta Los Olivos, Perú
Fiesta en mueblería de Guatemala
Fiestas Clandestinas en Bogotá

Probablemente encontremos más fiestas clandestinas en tiempos de pandemia, pero ninguna se comparará con la fiesta que lleva dentro el Lobo Vásquez.